ALMA detecta componentes básicos de la vida gracias a efecto recalentador de erupción estelar
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ALMA detecta componentes básicos de la vida gracias a efecto recalentador de erupción estelar

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ALMA detectó los componentes básicos de la vida en el disco que rodea una joven y distante estrella. El hallazgo también podría ayudar a los astrónomos a entender mejor cómo se originó la vida en nuestro propio Sistema Solar.

Hace unos 3.500 millones de años, ciertas moléculas se unieron para formar los primeros organismos vivos de la Tierra: organismos tan pequeños que sería imposible verlos sin un microscopio. Estas moléculas contenían átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno y, algunas veces, nitrógeno. Como son las moléculas básicas de toda forma de vida, se las conoce como moléculas orgánicas, aunque las moléculas en sí no estén vivas.

Los astrónomos han encontrado moléculas orgánicas en cometas. Los cometas son objetos congelados que deambulan en las zonas más alejadas de nuestro Sistema Solar, y se remontan a la época del nacimiento del Sol y los planetas. A veces, los cometas quedan a la deriva y terminan chocando contra la Tierra. Según los científicos, fue así como los cometas trajeron los componentes básicos de la vida a la Tierra, hace mucho tiempo.

Las nuevas observaciones de ALMA revelaron la presencia de moléculas orgánicas en el disco que rodea una joven estrella situada muy lejos de nosotros. Es un disco hecho de polvo y gas. Cerca de la estrella, el gas es relativamente caliente. Pero como la estrella está tan lejos de nosotros y la parte interna del disco está tan cerca de la estrella, para ALMA es difícil observar en detalle esa región del disco. Por eso ha sido tan difícil encontrar moléculas orgánicas allí.

Las zonas más alejadas de la estrella tampoco son fáciles de observar. Como la temperatura es mucho más baja en esas zonas, la mayoría de las moléculas orgánicas están congeladas y forman pequeñas partículas de polvo que no emiten el tipo de radiación captado por ALMA. Por eso, también ha sido difícil encontrar moléculas orgánicas en esa región.

Por suerte, la estrella está experimentando una fuerte erupción y, con ello, las temperaturas están subiendo en todo el disco. De esa forma, en las partes más frías del disco, hacia el borde, la temperatura ha subido lo suficientemente como para hacer evaporar el hielo, y las moléculas orgánicas, ahora descongeladas, ya pueden ser observadas por ALMA.

Cuando la erupción termine (probablemente hacia el final de este siglo), las temperaturas volverán a caer. La mayoría de las moléculas orgánicas volverán a congelarse y formar partículas de polvo. En el futuro distante, estos granos congelados se aglomerarán y formarán cometas, tal como lo hicieron durante la infancia de nuestro Sistema Solar.

El nuevo hallazgo muestra cómo los componentes básicos de la vida pueden formar cometas, por lo que brinda información importante sobre cómo surgió la vida en la Tierra. Piénsalo bien: sin esas primeras moléculas orgánicas, ¡no estarías aquí leyendo esta noticia!

¿Qué se observó?

La joven estrella estudiada por ALMA se conoce como V883 Orionis. La letra V significa que es una estrella variable: su brillo y su luminosidad cambian con frecuencia. V883 Ori se encuentra en una incubadora de estrellas ubicada a unos 1.300 año luz de nosotros, en la constelación de Orión. La estrella está rodeada por un disco plano de polvo y gas que gira. Gracias a la erupción que experimenta actualmente V883 Ori, ALMA pudo detectar las moléculas orgánicas contenidas en la parte externa del disco, a unos 9 millones de kilómetros de la estrella. Una de las moléculas orgánicas detectadas por ALMA es la acetona, ¡que nosotros usamos como quitaesmalte para las uñas!

¿Quiénes observaron?

Las observaciones de V883 Ori con ALMA fueron realizadas por un equipo internacional de científicos dirigido por Jeong-Eun Lee, una astrónoma de la Universidad Kyung Hee, en Corea. Jeong-Eun trabajó con colegas de su propia universidad, así como de Japón, China, Canadá y Chile. Los resultados de este estudio se publicaron en la revista científica Nature Astronomy el 4 de febrero de 2019.


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